Comenzando el año… desde la Confianza – Learning Letter 206
7 febrero, 2025
Se acaba febrero. Los días pasan, para unos más deprisa, para otros despacio. Es lo que tiene la naturaleza relativa del tiempo al igual que la del espacio. Y más allá de esa relatividad está la subjetividad del ser humano. Cómo cada uno puede ir sintiendo el paso del tiempo o la naturaleza del espacio en el que se encuentra: proximidad o lejanía o incluso compañía o soledad en un espacio vital. A los ojos de un niño el tiempo que puede estar al lado de sus padres, el no tenerse que ir enseguida a la cama, es un regalo y para una persona de edad que no tiene ya un sentido para vivir…cada día se le puede ir haciendo eterno…sobre todo si siente encima la losa de la soledad.
Y de esto último va el artículo de esta LL. Va sobre la soledad, un fenómeno cada vez más presente en una sociedad actual altamente interconectada.
¡Cosas que pasan!
La ciudad en esta ocasión es Madrid en donde vivo desde hace más de 70 años y la Canción “Pongamos que hablo de Madrid“ de Joaquín Sabina, un madrileño por los 4 costados.
¿Qué he estado haciendo-aportando-disfrutando-compartiendo-aprendiendo durante este mes?
Estuve con mis amigos de Torrelavega facilitando un taller sobre Liderazgo, una asignatura que en los momentos actuales cobra más significado si cabe.
Hacía tiempo que no impartía un taller de 8 horas para dar una “Charla con impacto”. Lo disfruté mucho y los alumnos también. Lo hice en el Instituto Erickson.
Fui entrevistado por Daniel Benjumea, director del Master de RRHH de Rivas, así como en La Tribu, espacio que dirigen Miguel Rivas y Nora Quevedo. También tuve otra con Tino Fernández de Expansión. Disfruto, creo que aporto y aprendo.
Estuve compartiendo ideas y emociones con Margarita Álvarez y Miguel Rivas, así como con Fernando Botella que me regaló su último libro: ESENCIAL. Me ha encantado…muy potente, íntimo, profundo…en él Fernando se abre al lector y nos hace vivir sus experiencias vitales desde lo profesional hasta lo espiritual. Altamente recomendable.
Hablando de libros, me gusta ir a presentaciones, que son como los bautismos de nuevas criaturas intelectuales. A veces, cuando son fuera de Madrid me envían algún ejemplar como ha sido el caso de Roberto Otxandio con su nuevo libro (creo que el cuarto). Se trata de “El clavillo del abanico”. Roberto es todo un experto en temas de Administración Pública (me imagino que Elon Musk estará pensando en él para que le eche una mano), pero es que además vierte una serie de modelos y metodologías muy útiles para cualquier tipo de organización. Enhorabuena Roberto.
También estuve con la maravillosa María Lladró que presentaba su nuevo libro, “Las 7 carpetas de Angelique”, qué interesante María como proyectas tu propia experiencia empresarial yendo de lo general a lo concreto, desde lo estratégico a lo táctico resaltando en todo momento la centralidad de la persona en las nuevas realidades. ¡Super bien!
Y algo muy especial, Javier Fernández Aguado presentando su última obra (no se si es la número 70 o 71), “Management Pontificio”. Todavía no lo he leído pero seguro es pura erudición y sabiduría. Enhorabuena Javier.
En medio de momentos estimulantes, alegres aparecen otros tristes, llenos de dolor. Así fue en la última reunión que tuvimos con nuestro querido compañero de colegio (Areneros) Antonio Muedra. Desayunamos con él y su encantadora mujer Magdalena y a los pocos días se nos fue. Descanse en Paz.
Participé de 4 eventos a cada cual más interesante con personas que aportan un gran valor y con temas de mucho relieve.
Estuve en la CEOE en el acto que organizó la Fundación Vivofácil sobre el tema de la soledad no deseada (de ahí me inspiré para el artículo de este mes). Y allí estaban personas a las que admiro y quiero, Cipri Quintás, Javier Benavente y Mar Aguilera que me presentaron a Mercedes Pescador, editora de Medialuna. Se presentó un documental hecho con gran amor “La sociedad de la soledad” que deberíamos ver todos. Magnífico.
Por otro lado, estuve en la reunión mensual del Foro Ganivet, dirigido por mi amigo y gran emprendedor Martín Hernández Palacios que en esta ocasión llevó a Irene Prieto, fundadora y CEO de ESSAE que nos habló del gran emprendizaje de esta Escuela de Negocios. Muy interesante. Muchas gracias, Martín muchas gracias, Irene.
Estuve en un acto realizado por CeVe, que es la Cámara de empresarios Venezolanos en España y que está ubicada en el despacho de Cremades-Calvo Sotelo. Y allí estaban Pilar Tallón, Jaime Martínez López, Verónica Sosa, Myrian Hernández Cruz, Adriana Álvarez, Zaida Brazón, Santiago Ulloa, presidente de la Cámara, Begoña Pabón, coautora junto con Pilar, Myriam y otros del libro “La excelencia del empresario como líder” (aún sin leer). Y también una persona querida de los tiempos de Bankia, Eva Carmona. ¡Cómo me gustó reencontrarla y poderla abrazar!
El último acto en el que estuve este mes fue en CEDE, un desayuno con María Dolores (Mariló) Dancausa. ¡¡¡Palabras mayores!!!. Para mí la número 1 de la banca en España “ex aequo” con José Ignacio Goirigolzarri. Qué pareja tan extraordinaria, personal y profesionalmente hablando. Y lo dice alguien que tiene a la Banca tanto nacional como de Iberoamérica como clientes desde hace más de 50 años.
La canción del mes es “Pongamos que hablo de Madrid” de Joaquín Sabina
"Allá donde se cruzan los caminos
Donde el mar no se puede concebir
Donde regresa siempre el fugitivo
Pongamos que hablo de Madrid.
Donde el deseo viaja en ascensores
Un agujero queda para mí
Que me dejo la vida en sus rincones
Pongamos que hablo de Madrid.
Las niñas ya no quieren ser princesas
Y a los niños les da por perseguir
El mar dentro de un vaso de ginebra
Pongamos que hablo de Madrid."
No es estar solo o sola. Es sentirse con sensación de abandono, separación, exclusión, aislamiento, desamparo, clausura, retiro. Y sentirse mal así.
Y cada vez hay más gente que se encuentra en esa situación durante largos períodos de tiempo. Viviendo una soledad no deseada. Y abocada simplemente a sobrevivir, ni siquiera permitiéndose vivir compartiendo con otros pensamientos, emociones, palabras o acciones. Porque sobrevivir lo consigues teniendo satisfechas tus necesidades fisiológicas. Para vivir se necesita el acompañamiento de otros seres humanos.
Y no es solamente el sentirse aislado o abandonado. Seguramente hay algo más profundo detrás. Se trata de no sentirse querido, amado. Ni valorado ni reconocido. Sentirse como ¡un cero a la izquierda!
El ser humano es un ser eminentemente social. Para desarrollarse, para vivir necesita de otros humanos a su alrededor. Necesita comunicarse con su ámbito externo. Utilizar el lenguaje para ir creando realidades a través de él.
Un humano sobreviviendo solo en cualquier ámbito sufre procesos de regresión en sus funciones cognitivas. Se hace menos humano. Somos, paradójicamente, seres individuales que necesitamos de otros para seguir siendo. El otro nos sirve para contrastarnos, para compararnos, para aprender, para comunicar nuestras ideas y sentimientos, para amar. Precisamente Maturana ya nos decía que el amor comenzaba por la legitimación del otro como legítimo otro. Y esa relación con el otro nos permite avanzar en la relación con nosotros mismos.
Se suele distinguir entre aislamiento social (la falta de relaciones a nivel social y familiar) y la soledad no deseada que es un sentimiento cargado de emociones que lleva con frecuencia a estados de ánimo más permanentes con consecuencias en la salud emocional, mental y física. Normalmente el primer fenómeno (aislamiento social) nos lleva al segundo que es el sentimiento de soledad. En España se estima que un 20% de la población sufre de esa soledad. Y contrariamente a lo que se podría pensar de entrada no se trata de la población envejecida, que viven solos con más frecuencia que los jóvenes, los que sienten esa soledad. Los jóvenes entre 16 y 29 años la sienten en un mayor porcentaje, un 25%.
En general las mujeres lo sufren más que los hombres y asimismo pasa en colectivos que sufren algún tipo de discriminación social.
Hay muy diversas causas que nos llevan a esta realidad penosa. Desde la fragmentación de la familia hasta la individualización de la sociedad en la que cada uno se interesa por su propia supervivencia (aquí me acuerdo de aquel dicho:” Aquí cada uno va a lo suyo, excepto yo que voy a lo mío”). Pasando por la influencia de la tecnología, las nuevas formas de vida, la velocidad a la que nos movemos, la agresividad que con frecuencia nos encontramos, la superficialidad en la que se vive, la necesidad de “impactos de dopamina” que nos estimulen para estar atentos, el ruido que nos rodea, cambios profundos en nuestra vida tanto a nivel real como mental o emocional, como la propia realidad de vivir solo, etc, etc, etc…
¿Qué sucede entonces? ¿por qué da la sensación de que este fenómeno de la soledad no deseada se da más que antes? Seguramente, en líneas generales vivimos con más comodidades, pero también con más presión, a más velocidad y surgiendo nuevas necesidades a nivel mental y emocional que aún no sabemos bien cómo ir satisfaciendo.
Es tan grande el número de estímulos a nuestro alrededor que no tenemos tiempo(no dedicamos tiempo) para mirarnos adentro de nosotros. Vamos en modo autómata hasta que, de repente te encuentras solo, aburrido, sin nada que te estimule, provoque o excite…ya lo has ido viviendo, experimentando o simplemente quemando.
En toda esta aventura vital que nos impulsa a no parar, ¿qué sucede con nuestro interior, con nuestra esencia, con nuestra identidad? Algunos dirán. ¿Y eso qué es José María?
Nos han educado así, a mirar hacia afuera, a buscar ahí el conocimiento, el sentido de nuestra vida, a las personas que podrían acompañarnos en ese viaje… y pocas veces nos hemos parado a pensar, a reflexionar, a trabajar la otra parte de la ecuación, que además es en donde comienza la misma y que somos nosotros mismos.
Antes de relacionarnos con otros, de sentirnos bien con otros tenemos que relacionarnos y sentirnos bien con nosotros mismos.
Tenemos que evolucionar desde el estadio de “dependencia” del niño el cual no se hace responsable de nada (“el lápiz se cayó”) al estadio de “auto dependencia” (plena responsabilidad decidiendo la propia vida) para llegar al estadio de “interdependencia” necesario para nuestra vida como animales sociales que somos. Con frecuencia no se saca provecho de este tercer estadio cuando los que interrelacionan no han llegado a completar el segundo estadio, no han alcanzado un nivel de madurez y autonomía que les permita sentirse bien con ellos mismos.
¿Podemos hablar entonces de la riqueza de la soledad?
Se basa en la auto dependencia y capacidad para establecer relaciones no dependientes. Lo que podríamos llamar estado de interdependencia. Esta solo será real si previamente cada uno de nosotros tiene suficientemente asentada su auto dependencia. Esta autodependencia está basada en una seguridad interior (autoconfianza) que facilita y promueve relaciones de igualdad con los otros sin intentar imponer un determinado poder por ninguna de las partes. De ahí surgirá el fluir, la creación de nuevos espacios y posibilidades para los inmersos en esa relación de interdependencia.
Una soledad rica, aprovechada es aquella que no es consecuencia de una desconexión con el entorno social. Es la que se permite a libre voluntad y decisión “estar dentro de lo social y estar afuera”, tan a gusto con él o ella misma. Es pues la que se da como consecuencia de una libre y deseada decisión basada en la creencia de que se necesita a los demás, pero al mismo tiempo es importante estar con el principal protagonista de tu vida…que eres tú mismo. La idea es que te tomes un café con otra gente y te dediques después un tiempo a saborearlo contigo mism@.
Cada uno de nosotros es único y durante nuestro “viaje vital “nos vamos enriqueciendo al interaccionar con otros que caminan a nuestro lado durante un trecho más o menos largo. Es muy interesante el observar, escuchar, sentir los contrastes que existen con esos seres. Detectar diferencias y analogías, pero sabiendo que solo vas a poder aprender profundamente cuando, en algún jalón del camino, te apartes y te encuentres contigo mismo, con tu esencia y sientas cuál es tu identidad y cómo podrás seguir enriqueciéndola.
Tu vida, nuestra vida es un viaje que tenemos que aprovechar para “ir siendo feliz” y eso exige reflexionar sobre todo lo que te rodea, pero también sobre ti mismo desde el ánimo de seguir adelante con tu yo en evolución (acuérdate que todavía no eres, vas siendo). Cada uno se va entonces dando cuenta que es capaz de ir creando un viaje único, con distinto ritmo que otros, visitando diferentes lugares y aportando un valor distinto desde sus competencias y talentos singulares.
Es preciso pues, mirar hacia afuera pero también mirar hacia adentro. Y cuanto más bullicio, ruido, alboroto haya a tu alrededor, más necesario se va a hacer que te recluyas en tu silencio, en el buscarte a ti mismo en tu soledad elegida.
A veces, durante el viaje nos sentimos perdidos y sin rumbo y nos dejamos llevar por la corriente y cuando esta no nos arrastra…nos sentimos solos. Es entonces crucial el volver a nosotros y revisar qué sucede con nuestros valores y propósito de vida. Y de qué manera nos sentimos desconectados.
Sentirse feliz al aceptar nuestro “ir siendo”, poderoso y al mismo tiempo sentir la vulnerabilidad que nos inunda. La felicidad no es ir acumulando “likes” o miles de “amigos” en la red. Esos chutes de dopamina en cuanto cesan te dejan la sensación de vacío, aburrimiento, soledad. Somos un compendio de estados de ánimo, subidas y bajadas, progresos y retrocesos, viajar en compañía y viajar solo. En ocasiones vamos tan contentos y en otros llenos de tristeza y dolor. Todo esto forma parte del camino, te lo encontrarás en tu viaje.
Pero ¿qué hacer entonces para no sentirse solos? ¿cómo encontrar maneras de conectarte contigo mismo y con otros. Podemos actuar desde el hoy o desde antes de que esa soledad aparezca.
Actuando ahora:
Mantén relaciones. (llamadas, mensajes, encuentros).
Únete a grupos. Comparte intereses (¡ojo! No caigas en hablar siempre del pasado).
Aprende cosas nuevas. Idioma, habilidad artística, autocuidado psicológico.
Voluntariado.
Ejercicio físico acompañado.
Meditación. Atención plena.
Establece rutinas.
Actividades culturales y recreativas.
Practica la gratitud.
Acepta la pérdida como parte de la vida.
Además de dar, pide.
Practica el silencio y búscale su significado positivo.
Utiliza la tecnología no para extender tu número de relaciones ni para aislarte con tus juegos individuales sino para profundizar en tus relaciones significativas.
Abre tu consciencia al presente y todo lo que puede aportar cada minuto de nuestra vida, de nuestro viaje.
Y ¿qué hacer antes?
Podríamos elaborar un listado de acciones, pero en esta ocasión quiero centrarme en las 3 columnas en las que podemos apoyarnos:
- Formación en Inteligencia Emocional (trabajando el yo y el nosotros)
- Autoconfianza (trabajando los 5 parámetros de la misma)
- Pensamiento crítico (trabajando los conocimientos básicos esenciales-Lengua, matemáticas, filosofía)
Hoy en día desde la aceleración en que vivimos pretendemos que el niño ya sea adolescente y que este sea adulto todavía más rápidamente. Si este año tiene 6 años de edad, al próximo que tenga ya 12 y al siguiente 22. ¡Me temo que la cosa no va así!
Y ya sabes, como cada mes desde hace ya más de 20 años mis últimos mensajes...
las tres ideas finales de cada mes...
1. Si sabes de algún colectivo que necesite impulso, motivación, ilusión, me avisas para darles una charla de impacto.
2. Si crees que esta Learning Letter le puede interesar a alguien que conozcas pásasela o compártela.
3. Y, lo más importante…
Y aún en estos tiempos... acuérdate de ir siendo feliz.
Conferenciante, escritor y Profesor de Deusto Business School. Ingeniero Aeronáutico, Doctor en C. Enonómicas y Empresariales. Diploma de Estudios avanzados en Psicología Social. Línea de investigacion “Confianza y Compromiso”, Presidente del grupo “Desarrollo Organizacional” y “Talentum”. Co-director del Máster de Coaching Ejecutivo en DEUSTO Business School. Evaluador del proceso de acreditación de Coach profesionales, senior y ejecutivos de AECOP (Asociación Española de Coaching).