Habitamos en una sociedad inmediatista, en la cual, la velocidad de los acontecimientos es muy alta y la urgencia lo impregna casi todo. Si hay que correr, tendremos antes que pararnos a pensar en cómo y hacia dónde corremos.
Habitamos en una sociedad inmediatista, en la cual, la velocidad de los acontecimientos es muy alta y la urgencia lo impregna casi todo. Si hay que correr, tendremos antes que pararnos a pensar en cómo y hacia dónde corremos.