Un mundo de desconfianza
16 febrero, 2015Variables individuales de la confianza: las 10 ‘ces’
7 noviembre, 2015‘Sólo se obtendrán ventajas competitivas cuando los empleados confíen en su empresa, cuando sus aspiraciones se correspondan con la estrategia de la empresa y cuando tengan una oportunidad de alcanzar sus deseos’.
LYNDA GRATTON
En los últimos años hemos asistido a la aparición de conceptos de management que pretenden que las organizaciones funcionen de modo más eficiente y adecuado a las exigencias creadas por un mercado en continua transformación. Hemos acompañado el florecimiento de modelos con propuestas prometedoras, como calidad total, gestión por competencias, gestión emocional, gestión por valores y otras. Aunque despertaron grandes expectativas, esos modelos tuvieron una vigencia temporal, pues poco a poco fueron perdiendo eficacia (ciertamente, con la excepción de la gestión por objetivos). Uno de los motivos de que así fuera era la falta de credibilidad en las organizaciones que los siguieron; es decir, las organizaciones no estaban a la altura de los modelos. Otro era que las empresas no fueron capaces de crear los medios necesarios para que funcionaran los modelos. Y, básicamente, faltaba coherencia entre el modelo a aplicar y las políticas de la empresa, en especial en el caso de las Políticas de Dirección y Desarrollo de Personas (PDDP).
Esta situación me llevó a cuestionar y averiguar qué hay o, mejor aún, de qué adolecen las organizaciones que comprometa el éxito de las modernas teorías de gestión. Así fue cómo di con la cuestión de la confianza como condición básica para actuar en un escenario en que la complejidad, la ambigüedad y la inseguridad son cada vez mayores.
El estudio de la relación entre confianza y rendimiento en las organizaciones no viene de ahora. ‘La confianza es un elemento integrante de todas las compañías que hemos estudiado, en las cuales la transferencia de conocimiento y el aprendizaje organizacional están en la base de sus capacidades estratégicas‘, constataban los investigadores Sumantra Ghoshal y Christopher Bartlett ya en 1977, en el libro La organización individualizada. La profesora de Harvard Rosabeth Moss Kanter, en su reciente libro Confianza, dice: ‘La confianza no es una elaboración mental artificial, que dependa exclusivamente de aquello en que las personas decidan creer: refleja reacciones razonables ante las circunstancias’. Para el pensador en ciencias políticas y económicas norteamericano Francis Fukuyama, la confianza es un componente del capital social que llega a ser más importante que el capital financiero de la empresa.
Llegados a este punto, es importante dejar claro que al hablar de confianza no me refiero a la aceptación incondicional por parte de los empleados de las decisiones de sus superiores, que es lo que vemos en algunas empresas. Confianza, en la acepción que aquí utilizamos, es el sentimiento que se genera cuando se dice la verdad y se cumplen las promesas. Es cierto que cuando se acepta una promesa se asume que tal vez se cumpla y tal vez no, de modo que la confianza implica un cierto riesgo y conlleva algo de incertidumbre, y presupone una cesión voluntaria y consciente del grado de vulnerabilidad que se está dispuesto a asumir. Así pues, no es algo que surja de forma natural o espontánea, sino el deseo de conocer y comprender al otro para saber si es digno de confianza. Tampoco es algo que se pueda pedir o exigir, sino que se inspira.
Se reconoce la confianza como un fenómeno emocional que predispone a las personas a integrarse y abrirse al intercambio, lo que fomenta la cooperación y la transferencia del saber; les anima a decir lo que piensan y a experimentar sin miedo a que las penalicen, lo que favorece la innovación; supera barreras defensivas y colabora con el fluir de la organización. Puede ser la llave para navegar a través de la complejidad y la inseguridad de los nuevos escenarios organizacionales. Así que, sobre todo en la última década, académicos, especialistas y gestores —entre los que me incluyo— han buscado maneras de hacer que crezca y se conserve en un grado elevado en las empresas.
He desarrollado un modelo denominado Gestión por Confianza (GpC) cuya función es servir de punto de apoyo para las modernas prácticas de gestión. Mi teoría es que antes de avanzar con modelos complejos tenemos que dar un paso atrás y asegurar las condiciones básicas para que funcionen. La GpC, como punto de partida para la construcción de la confianza en las organizaciones, se sustenta en variables individuales y organizacionales.
(fragmento del Capítulo 3 del libro ‘Confianza, la clave para el éxito personal y empresarial‘ de Gasalla y Leila Navarro)
Continuará…