Dificultades para la gestión del conocimiento
11 febrero, 2015Obstáculos para la Innovación
11 febrero, 2015El proverbio que nos señala ‘más vale malo conocido que bueno por conocer’ sintetiza de forma muy apropiada lo que ocurre hoy en día en muchas empresas, en las que la falta de confianza lleva a muchos profesionales a actuar conservadoramente, de manera que sienten que preservan su seguridad y evitan caer en equivocaciones que tengan consecuencias desestabilizadoras. Lo que supone mantener pensamientos y acciones que posiblemente fueron exitosas, pero que, al mismo tiempo, significan un ‘no cambio’, es decir, un ‘no desarrollo y aprendizaje’.
Esto desencadena una situación paradójica. Por una parte, los cambios acontecen continuamente, la competencia se multiplica y aparece tras cualquier esquina, el cliente cuenta con una infinidad de opciones y, por tanto, es cada vez menos fiel, va detrás de quien tiene un mejor precio, atiende mejor sus necesidades puntuales y le presta mayor atención. Y, sin embargo, hay empresas que al no disponer de un clima de confianza, evitan los cambios porque implican riesgos que no están dispuestos a asumir, sobre todo personas que ocupan posiciones de poder. Existe una acomodación en la autocomplacencia o al menos una falta de suficiente autocrítica, lo cual, paradójicamente, se convierte hoy en día en su principal riesgo: ‘el no cambiar cuando todo cambia’.
Ese tipo de empresas, con esa clase de profesionales, no tienen seguramente perspectiva de continuidad a medio plazo. Están tratando de sobrevivir en el corto plazo y tienen dificultad para alzar la vista y acercar el horizonte que significaría su realidad futura. Puede que hasta consigan atraer a profesionales con talento por medio de promesas, compensaciones elevadas y, quizás, ‘la imagen de marca de una gran empresa de siempre’, pero estos profesionales no tardan en darse cuenta de que ese tipo de organizaciones lo que pretenden es seguir actuando ‘a la manera de siempre’, eso sí, quizás haciendo un pequeño lavado de cara para que no se diga que no existe cambio (lo que podríamos llamar el necesario cambio para no cambiar). Suele ocurrir alguna de estas dos cosas: o los profesionales con talento se ven limitados en el desarrollo y puesta en acción de sus capacidades, y entonces deciden abandonar esa empresa, o se acaban amoldando a las circunstancias y características de la empresa y permanecen en ella porque le encuentran ventajas, aunque sólo sean de índole económica. En este último caso se dicen a sí mismos: ‘Si aquí me pagan bien por hacer siempre lo mismo, entonces me voy a conformar con estar aquí tranquilo y me desarrollaré y viviré… allí fuera. Sé que no es lo óptimo… pero si me pagan bien quizás merezca la pena…’
Me encuentro con jóvenes que entran a trabajar en organizaciones tradicionales, en las cuales existe un bajo nivel de confianza, y al cabo de algunos meses se reproducen en ellos las mismas actitudes y hasta valores de los trabajadores más antiguos. Incorporan comportamientos de personas de 40 o hasta 60 años de edad. Se ‘aculturizan’ y se vuelven burócratas, ‘funcionarios’, dejan de desarrollarse y piensan y exigen mucho más en sus derechos que en sus obligaciones. La empresa sigue sin evolucionar, sin apenas despertar ante una competencia cada vez más agresiva e inmisericorde y esa forma de actuar (casi mejor, no actuar) puede llevar a muchas al desastre.
(fragmento del Capítulo 2 del libro ‘Confianza, la clave para el éxito personal y empresarial‘, de José María Gasalla)
Continuará…