Si nacemos confiados, ¿qué nos hace cambiar?
16 febrero, 2015El modelo Gestión por Confianza (GpC)
27 octubre, 2015De la confianza innata a la desconfianza aprendida (I)
‘Si perdiera la confianza en mí mismo tendría al Universo en mi contra’.
RALPH WALDO EMERSON
Surgimos en un lugar cálido y confortable en el que nuestras necesidades quedan cubiertas de manera automática y en el que una presencia constante nos envuelve con sus movimientos y su voz. Gozamos de un estado de unidad y de sincronía con el Universo que nos abastece, y no distinguimos dónde terminamos nosotros y comienza él. No hay deseo ni frustración, tiempo ni espacio. Simplemente existimos.
Un día tiene lugar un gran cambio. Luz, frío, la sensación de que ocupamos otro espacio y un elemento nuevo, el aire, que invade nuestros pulmones. Perdemos por unos instantes el contacto con aquella presencia. Pero nuestra angustia termina cuando oímos de nuevo su voz y sentimos su calor. ¡Qué alivio, sigue con nosotros! Nos tranquilizamos, porque sabemos que estaremos bien.
Como suele decir el biólogo chileno Humberto Maturana, nacemos en confianza. Es una confianza instintiva, que nos dice que nada nos faltará. Confiamos en el regazo que nos acoge, en el pecho que nos alimenta, en esa voz que nos resulta tan familiar. Nuestra vida de recién nacidos es casi continuidad de la vida intrauterina, con la diferencia de que nosotros y nuestra madre ya no ocupamos el mismo lugar. Con todo, nos sentimos parte de ella. Tan pronto tenemos alguna necesidad, ella nos atiende de inmediato, nos calma y conforta. ¡Ah, qué deliciosa sensación de plenitud! Tenemos el mundo a nuestros pies, ¡como siempre ha sido hasta entonces!
(fragmento del Capítulo 2 del libro ‘Confianza, la clave para el éxito personal y empresarial‘, de José María Gasalla)
Continuará…